La falta de una ley de pesca, que coadyuve en el control y fiscalización de pescadores ilegales y siente las bases para la creación de un nuevo reglamento en Cochabamba, constituye un límite en el trabajo que desarrolla el Servicio Departamental Agropecuario (Sedag), mediante el Proyecto Piscícola, para poder frenar la lenta desaparición de especies de peces y la indiscriminada pesca en las diferentes zonas del departamento, explicó el responsable del proyecto, Rogelio Cala.
“Son recursos lo que faltan”, indicó, a tiempo de aclarar que “se debe endurecer más las sanciones porque están muy sueltas”. “Hay una llamada de atención, otra llamada de forma escrita, la sanción económica en la que el reglamento no tiene establecido la cantidad y recién vienen los procesos penales con el Ministerio de Medio Ambiente. Es muy largo el proceso para dar una sanción ejemplarizadora”, aseveró el funcionario.
Asimismo, añadió que la explotación de los recursos pesqueros “en todo lado es igual”, a pesar de la declaratoria de veda, por lo que se hace necesaria una política nacional que realice controles “mucho más efectivos de manera interdepartamental”, que también servirán para frenar el contrabando del producto.
En Cochabamba existen tres tipos de aptitudes piscícolas: las alturas, en las que existen 400 reservorios donde abundan peces como la trucha; los valles ubicados en las lagunas de la Angostura, Vacas y Corani en los que existen el platincho, pejerrey y las carpas; y el trópico donde se destacan especies como el surubí, pacú, sábalos, bacalao y muturo, entre otros.
Según datos del Sedag, a la fecha existen alrededor de 500 pescadores legales y 200 comerciantes que se dedican a la venta de peces en el departamento.
La zona de mayor producción pesquera se encuentra en el trópico donde, además, se practica la pesca ilegal en el municipio de Puerto Villarroel. Según Cala hay puertos familiares clandestinos, por lo que el 70 por ciento del pescado se va de contrabando a Santa Cruz, “por el mayor precio en que se vende allá”.
Asimismo, Cala dijo que existe un peligro, ya que en inspecciones realizadas a los diferentes espacios de pesca se constató que las mallas que usan los pescadores miden entre 12 y 16 centímetros para atrapar más pescados de todo tamaño, “lo que es ilegal”.
Por ejemplo, en el último operativo realizado en la Angostura se constató que de 100 personas que sacan la autorización para la pesca, sólo 42 cuentan con ésta. Asimismo, se evidenció que existe un número indefinido de pescadores ilegales que no pertenecen a ninguna asociación.
“Mientras más cantidad de pescadores exista habrá menor cantidad de pescados para ellos. Además, las personas que no están registradas son las que más incumplen el reglamento porque tienen las mallas más largas para sacar una arroba y generar recursos”, alertó Cala.
A ello se suma la pesca indiscriminada que impide el desarrollo del pez y de las ovas (huevos) que éste pueda tener, en función a su tamaño, lo que evita la reproducción natural y, por ende, disminuye la cantidad de peces.
Además, se evidencia la falta de inocuidad alimentaria, ya que muchos pescadores realizan el manejo de los peces de manera “inadecuada” porque no cuentan con bolsas, hielos o mezclan las especies sanas con las que están en mal estado.
Cala aclaró que se realizan controles cada mes, a pesar del “escaso” personal con el que se cuenta, al igual que el monitoreo de cuencas para fijar los tiempos de veda que usualmente está entre los meses de septiembre a octubre, pero que difiere en función a la especie. En este sentido, en el trópico se construyó 400 estanques piscícolas para que en época de veda “tengan una alternativa para sacar los pescados que han ido produciendo”.
“La consecuencia de la pesca ilegal es la disminución de los recursos piscícolas. El hecho de incumplir las normativas, el hecho de que haya pesca ilegal hará que haya una explotación irracional e incontrolada, lo que producirá que muchos peces entren en peligro de extinción”, concluyó Cala. Advirtió que por la poca presencia del pez blanquillo en el trópico se teme su desaparición.
DATOS DE LA PRODUCCIÓN PESQUERA EN BOLIVIA
El Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), en el 2009, determinó que la producción pesquera anual en Bolivia fue de 6.578 toneladas al año, siendo que la cuenca amazónica representa el 52 por ciento de la producción pesquera nacional, la cuenca del Plata el 10 por ciento y las cuencas endorreicas el 38.
Según una estimación de la procedencia del pescado en los mercados realizada por Pérez Fuentes y Aguilar Zelada en 1999, citada en el libro “Los peces y delfines de la Amazonia de Bolivia”, publicada en diciembre de 2011, se cuantificó que la venta de carne de pescado del Chapare durante una semana en Cochabamba es del 53 por ciento de surubí y chuncuina, 36 por ciento de pacú y tambaquí, tres por ciento de corvina, uno por ciento de general y otro de dorado. “En base a estas ventas semanales una extrapolación anual (estimando que haya venta durante 40 semanas año) daría como resultado 74 toneladas año”, indica el documento.
Asimismo, explica que el 45 por ciento del pescado consumido en Bolivia proviene de la producción nacional y el 55 por ciento de Argentina, Canadá, Perú, Ecuador y Chile.
PROHIBICIONES PARA LA PESCA
Los 500 pescadores en el departamento deben cumplir ciertas exigencias y prohibiciones a fin de prevenir la desaparición de especies de peces. Por ejemplo, para precautelar, proteger y conservar los recursos hidrobiológicos, está prohibida la pesca en época de veda, utilizar productos químicos, redes inadecuadas y explosivos que contaminen o envenenen los espejos de agua de los diferentes lugares.
Asimismo, se prohíbe desviar o atajar cuerpos de agua con fines de pesca; pescar con más de dos anzuelos para la pesca deportiva y de subsistencia; y el uso de mallas de pesca comercial no reglamentarias, que en el caso del trópico debe ser de 18 milímetros y en los valles y alturas menor a éste.
Las especies y tamaños establecidos para la pesca no deben pesar menos del siguiente detalle: tres kilogramos el surubí, muturu, plateado, simicuyo y bacalao; cinco kilogramos el general; dos kilogramos el tambaquí y pacu; un kilogramo y medio el corvina y dorado; y un kilogramo el sábalo y tucunaré.
Está prohibida la pesca de las especies silvestres andinas y de valle menor a 15 centímetros como en el caso del pejerrey y la trucha, así como de otras especies que no se encuentren detalladas en la enumeración anterior.
CÉDULAS DE PESCA Y COMERCIANTE
Hace aproximadamente dos años, por necesidad, la Secretaría Departamental de Desarrollo Productivo y Economía Plural en coordinación con el Servicio Departamental Agropecuario y el Centro de Desarrollo Pesquero, se vieron obligados a crear un sistema de cedulación para pescadores y comerciantes a fin de realizar el control y fiscalización de la pesca en Cochabamba.
Es así que actualmente cada pescador y comerciante está en la obligación de realizar la solicitud y tramitación para adquirir la cédula de “pescador” y “comerciante” en el que se especifica la identidad y residencia del individuo con sus datos y una fotografía, el área de pesca o venta así como las especies. La validez del carné, para prevenir que los pescadores realicen la pesca durante todo el año de forma indiscriminada, se determina en función a la declaratoria de veda departamental en cada una de las aptitudes piscícolas. En el proceso los comerciantes y pescadores firman un acuerdo en el que se comprometen a cumplir el Reglamento de Pesca y Comercialización, garantizando la inocuidad alimentaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario