lunes, 7 de diciembre de 2015
Al salmón transgénico le costará llegar al mercado
El primer animal transgénico legalizado en Estados Unidos (EEUU) para el consumo humano es un salmón al que le va a costar todavía mucho esfuerzo llegar al plato, vistos los recelos que ha despertado en los mercados de ambos lados del Atlántico.
Tras la reciente autorización (19 de noviembre) de la agencia estadounidense de alimentos y medicamentos (FDA), el salmón de AquaBounty —que se sirve de una mayor producción de hormona de crecimiento como resultado de un gen importado de otra especie de pescado para crecer en menos tiempo del que necesitaría de forma natural— ha vuelto a enfrentar a los defensores y detractores de los organismos modificados genéticamente (OMG).
El especialista en Pesca de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Devin Bartley, afirmó que se trata de “un paso adelante”.
Se requieren “alternativas creativas, socialmente aceptables, inocuas y respetuosas con el ambiente”, subrayó, para atender la demanda de pescado de una población mundial en aumento y, en este sentido, la ingeniería genética es una “opción real”. Recordó que este nuevo salmón ha pasado por numerosos controles que garantizan su consumo y que —aunque las autoridades han exigido que se críe en instalaciones terrestres y no en el océano para evitar fugas— los riesgos ambientales también existen en cualquier tipo de granja o sistema de cultivo.
Opción. “En la FAO no miramos específicamente a la tecnología con la que se produce un organismo, sino a los cambios que la tecnología genera en los organismos, porque se puede crear un animal muy peligroso a través del mejoramiento genético tradicional o un animal muy seguro mediante ingeniería genética”, dijo Bartley.
Frente a la comunidad científica, que aboga por seguir investigando y producir alimentos de modo más eficiente y con menos recursos, otros sectores no lo tienen tan claro y pronto han aparecido las presiones para que ese pescado no se comercialice. Supermercados y cadenas de distribución de EEUU ya han manifestado su intención de no vender por ahora lo que los críticos han bautizado como “Frankenfish”.
Al otro lado del océano Atlántico el proceso está mucho más en ciernes. Como explica el investigador del Consejo italiano de Investigaciones Roberto Defez, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria no permite el comercio de animales transgénicos en la Unión Europea (UE). “Existe un proceso larguísimo para su autorización en Europa y, aunque llegara, luego está la elección de las grandes cadenas de distribución y supermercados, que normalmente no quieren vender productos etiquetados como OMG”.
En la UE solo se cultiva un tipo de maíz transgénico, de la multinacional Monsanto, mientras que se importan 58 organismos genéticamente modificados, sobre todo piensos para el ganado.
Actualmente 19 de estos países han notificado su intención de prohibir el cultivo de esas variedades en su territorio.
Cambios. Mientras, una propuesta de la Comisión Europea pretende dar más libertad a los Estados para vetar importaciones de alimentos o piensos transgénicos, a lo que el Parlamento Europeo se opone por las posibles distorsiones en el mercado interno. Defez llama a reconocer abiertamente que en el continente muchos productos típicos de calidad derivan de animales nutridos con OMG y hay materiales sanitarios que se producen con algodón transgénico.
En Italia, uno de los países contrarios al cultivo de transgénicos, no acaban de ver algunos beneficios atribuidos a la ingeniería genética, como la protección de la biodiversidad o la reducción de la dependencia de los pesticidas.
Stefano Magini, responsable de medio ambiente de la asociación Coldiretti, consideró que después de muchos años los OMG siguen siendo percibidos como un riesgo “en términos de calidad” y están alejados de la “identidad” de la agricultura tradicional del país.
“El riesgo cero de los OMG no existe, son organismos modificados que no podemos controlar y que no siguen las reglas de los organismos naturales”, manifestó Federica Ferrario, de Greenpeace Italia. Reclama el etiquetado especial de los productos transgénicos (algo que en general es obligatorio en la UE pero no en EEUU) por un “mínimo de transparencia e información al consumidor”. La FDA no lo considera necesario en el caso del nuevo salmón al no ver diferencias biológicas relevantes entre el de AquaBounty y los otros.
UN ANIMAL MODIFICADO EN LAS MESAS
GENES
Para que el “AquAdvantage Salmon” alcance el tamaño requerido para ser vendido en el mercado más rápido que sus compañeros “silvestres”, los científicos introdujeron en el nuevo animal las hormonas de otros dos peces, entre ellos el salmón “chinook” que vive en el océano Pacífico.
CRECIMIENTO
Esta modificación permite al pez de la empresa de bioteconología AquaBounty Technologie alcanzar su tamaño adulto entre 16 y 18 meses, en lugar de los 30 que precisa el salmón del Atlántico.
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