martes, 24 de mayo de 2016
Peces migratorios en Bolivia
En Bolivia, los peces migratorios representan una fuente importante de proteínas para la alimentación humana que contribuye a la seguridad alimentaria. Además, la pesca artesanal de estas especies genera empleos e ingresos económicos para miles de familias, influyendo en la economía local y nacional.
Asimismo, los peces migratorios cumplen un papel ecológico fundamental en los ríos al ser indicadores de la buena salud en los sistemas acuáticos y de las poblaciones de peces. Algunas especies como el pacú son dispersadores de semillas.
“A nivel mundial existen unas 25.000 especies de peces. En Sudamérica hay unas 4.000. En Bolivia se identificaron más de 900 especies, de las cuales un 60 por ciento se encuentran en la cuenca amazónica”, señala Fernando Carvajal, biólogo y especialista en ictiología.
Bolivia ubicada en el centro del continente es la confluencia de tres grandes cuencas de Sudamérica: la Altiplánica, la del Amazonas y la del Plata.
La cuenca del Amazonas es la más grande del mundo, con más de 8 millones de kilómetros cuadrados. Abarca siete países de América del Sur. En la Amazonia casi el 10 por ciento de las especies son migratorias, pero “el 80 por ciento de las especies que consumimos en Bolivia son especies migratorias, tienen una alta importancia a nivel económico” comenta Paul Van Damme, director de Faunagua, el Instituto de Investigaciones Aplicadas de los Recursos del Agua.
Carvajal señala que los peces migratorios son aquellos que se desplazan de su lugar de origen ya sea en busca de alimento, refugio o reproducción. En Bolivia, se identificaron dos grupos: los peces migratorios de distancias largas y los de distancias media.
El especialista explica que los primeros, los migratorios de distancias largas son aquellos que recorren distancias superiores a 2.000 kilómetros. Hay dos especies representativas de este grupo, uno de ellos es el dorado (Brachyplatystoma rousseauxii) que vive en ríos de aguas turbias, tiene un ciclo de vida complejo pues se reproduce durante el periodo de aguas altas y con la corriente del agua bajan los huevos, posteriormente las larvas son arrastradas a la parte baja de la Amazonia y ahí se desarrollan hasta alcanzar unos 50 centímetros y empiezan a desplazarse hacia arriba. Les toma dos o tres años alcanzar su talla de madurez y durante ese tiempo empiezan a subir buscando su alimento, pues a medida que crecen va cambiando su dieta.
Así, sorprendentemente empiezan a retornar a sus lugares de origen para reproducirse, señala Carvajal.
El dorado es un viajero de largos recorridos. “Según últimos estudios este pez recorre unos 8.000 kilómetros cruzando el continente, desde Bolivia hasta la desembocadura del Amazonas en Brasil”, explica Elisabeth Leciak, periodista científica en una publicación de la revista francesa Sciences au Sud.
“Primero migra de forma semi pasiva, pues al ser huevo y larva es arrastrado por la corriente, posteriormente al volver migra otras 4.000 kilómetros”, explica Van Damme. “Esta especie es predadora, domina la cadena alimenticia. Por lo tanto, es reguladora del ecosistema”, añade.
Otra especie representativa de este grupo es Barba Chata o Baboso (de nombre científico Pinirampus pinirampu) que recorre máximo unos 3.000 kilómetros, tiene alto valor comercial, se reproduce una vez al año cuando suben las aguas. Es más frecuente en Cachuela Esperanza.
Los peces migratorios de distancias medias son los que más hay en Bolivia, los que más contribuyen en las pesquerías. Ellos realizan desplazamientos menores en comparación al primer grupo. Recorren entre unos 1.000 a 1.500 kilómetros, muchas veces formando cardúmenes importantes. El surubí, sábalo, el dorado de escama, yatorana, muturo, pacú y el tambaquí son algunas de estas especies.
“Algunas especies de este grupo son dispersadores de las semillas de árboles frutales, como el pacú, tambaquí y yatorana”, comenta Van Damme, “son muy importantes para mantener los bosques en zonas inundadas”, explica.
Así, estos peces migradores tienen una importancia y un rol en el ecosistema y en la economía y alimentación de muchas familias en Bolivia.
Las mayores amenazas que enfrentan estas especies son: el bloqueo de rutas migratorias por proyectos hidroeléctricos, la destrucción de su hábitat y la contaminación de las aguas, comentan los expertos.
Importancia económica y social
En Bolivia alrededor de 50.000 personas trabajan en la cadena del pescado (entre el productor, comerciantes mayoristas, comerciantes minoristas y las mujeres de los restaurantes), explica Van Damme. Esto genera un movimiento económico a nivel local y nacional. Así mismo, a nivel social muchas familias se dedican a la pesca ya sea para su consumo o comercialización.
“Por ello, los pescadores artesanales son un elemento importante en la conservación de estos ecosistemas”, señala el experto.
“Para preservar estos ecosistemas es necesario reconocer el rol y la importancia económica y social de los pescadores, y generar proyectos de prevención y educación ambiental” finaliza el experto.
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