El agua de una de las vertientes desciende por uno de los cerros y alimenta un criadero de truchas arco iris. El día está nublado y el agua cristalina pasa uno a uno los predios donde se observan las etapas de crecimiento de las truchas que pertenecen a una asociación cuyos miembros son los comunarios de Pongo B-2, en el municipio de Quime, ubicado en el departamento de La Paz.
La Asociación de Productores de Trucha Arco Iris La Rinconada fue creada el 13 de marzo de 2010, con 10 integrantes y con Francisco Salgado como responsable.
"Hemos comenzado con muy poco, pero recibiendo apoyo del municipio y diferentes organizaciones, ahora tenemos mucha demanda”, comenta Salgado.
Para él, el consumo y demanda de las truchas ha ido en aumento con los años. La incubación, el control de madurez y el engorde son habilidades que los miembros de la asociación, cuyo trabajo beneficia a 27 familias en la comunidad, han aprendido con el fin de mejorar la producción.
Según información de la ONG Soluciones Prácticas, la iniciativa nació a través de una convocatoria que lanzó JICA, Agencia de Cooperación Internacional del Japón en Bolivia, sobre el manejo de truchas.
Desde su creación ha recibido fondos y capacitación de diferentes instituciones de cooperación, como JICA, Caritas, USAID, Promadena, el gobierno municipal de Quime. Actualmente, cuenta con la ayuda de Soluciones Prácticas y el apoyo de la Unión Europea.
La asociación es autosostenible en el manejo productivo, administrativo y de comercialización de las truchas.
"Desde que nosotros trabajamos hemos hecho mejoras tecnológicas para que se reduzca el tiempo de producción, el manejo técnico ya lo teníamos. Pero tenían ciertas deficiencias en la producción”, detalla el jefe del proyecto de Soluciones Prácticas, Jhonny Sillo.
Una de las implementaciones fue el tinglado para dar mayor temperatura a los predios durante la época de engorde y así reducir el tiempo que necesitan las truchas para su crecimiento.
Actualmente, la personería jurídica de la asociación se encuentra en trámite ante la Gobernación de La Paz. Con ello, será reconocida legal y jurídicamente para aplicar a financiamiento y otros proyectos.
Piscicultura y sus desafíos
El agua de la vertiente, que pasa justo al lado del criadero, sigue su recorrido. El sonido que produce se confunde con el constante fluir del agua por los predios, que parecen estanques en miniatura.
Ahí las truchas empiezan su etapa de crecimiento, después de dejar el laboratorio en donde se optimiza su reproducción.
Su vida la inician siendo diminutas, a los meses miden unos pocos centímetros hasta finalmente llegar a tener alrededor de 45 y contar con un peso de dos kilogramos cuando están listas para la venta.
Se estima que de 2.000 a 3.000 truchas por año salen a la venta de este criadero. En el pasado se tenía un alto índice de mortandad, alrededor del 40%, hoy se ha reducido a 30%.
Cuando alguien pone las manos sobre el agua de uno de los predios, las truchas más pequeñas creen, por costumbre, que se les las alimentará y sacan parte de la cabeza. Si se las deja por unos segundos más se puede llegar a recibir uno o dos mordiscos inofensivos.
A medida que crecen, la sensibilidad de la trucha, lo que para un humano podría entenderse como timidez, aumenta. Ello se hace evidente cuando el fotógrafo Freddy Barragán de Página Siete introduce su equipo especial a prueba de agua para capturar algunas imágenes. Ellas huyen.
La minería, sus luces y sombras
El criadero, en comparación a otros, está ubicado en un terreno pequeño y a desnivel. Las truchas del criadero tienen una gran demanda en el mercado local. Son los mineros del municipio de Quime quienes compran esta preciada carne.
Debido a ello, los miembros de la asociación no necesitan salir de la localidad para realizar la venta. Ellos cuentan que en diciembre y en la época de Semana Santa los mineros compran la trucha directamente del criadero.
Sin embargo, la actividad minera en la zona se constituye en un riesgo para el criadero. Sillo argumenta que en la zona alta del cerro desde donde fluye la vertiente, los mineros están haciendo perforaciones para extraer zinc, wolfram y cadmio, lo que afecta en la calidad del agua en donde crecen las truchas. Por ello, el proyecto a cargo de la ONG está buscando nuevas vertientes de agua.
Un grupo de señoras cuyas familias forman parte de la asociación dicen que han tratado de hablar con los mineros, pero que no se puede llegar a ningún acuerdo. "Hemos intentado, pero no hay entendimiento hasta ahora”, cuentan. Las truchas comen un alimento balanceado que se produce en Perú. El costo por kilogramo de la trucha de Pongo es de 18 bolivianos.
El criadero de truchas se ha convertido una actividad que ayuda a los comunarios de Pongo B-2 a mejorar su calidad de vida, brindando a quienes compran el producto, una carne saludable y criada en aguas de vertiente, un sabor gustoso y propio de Quime.
El criadero
Capacitación A través de la ONG Soluciones Prácticas, con el apoyo de la Unión Europea y en coordinación con el municipio de Quime, se ha realizado la capacitación técnica especializada a miembros de la Asociación de Productores de Trucha Arco Iris La Rinconada en la etapa de desove y además en liderazgo productivo.
Control Se realiza la medición de la calidad del agua (PH y temperatura). Hoy se buscan nuevas vertientes que doten de agua al criadero.
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