Los ganaderos de Colombia usan actualmente 19 variedades de especies vegetales que sirven como cercas vivas. En otras palabras: árboles y arbustos son utilizados para dividir potreros y delimitar las fincas y que también contribuyen con la conservación y el mejoramiento de la calidad del medioambiente, y de paso, con la actividad pecuaria.
De acuerdo con cifras del proyecto Ganadería Colombiana Sostenible, en el Bajo Magdalena, Valle del río César, Boyacá, Santander, Eje Cafetero y el Piedemonte Llanero, se establecen las cercas vivas, las cuales además de aportar ingresos adicionales al productor, ayudan a mantener la humedad del suelo, mejoran su estructura e incrementan su fertilidad al aportar materia orgánica y nitrógeno por parte de las especies leguminosas; evitan la pérdida de suelo por escorrentía y por acción de los vientos y contribuyen al control de la erosión.
Los beneficios que prestan a la ganadería se pueden resumir en el aumento de la calidad y cantidad de forraje, en tener animales más tranquilos que consumen más pastos y en servir como barreras rompe vientos.
De acuerdo con Juan Carlos Gómez, coordinador del proyecto de Ganadería Colombiana Sostenible de Fedegán, el uso en forma masiva de estas estructuras puede ocasionar un cambio en el microclima local diurno y nocturno, disminuyendo la intensidad de las heladas, pues durante el día impiden la entrada del aire frío, y la energía que absorben las plantas provoca la elevación de la temperatura. En la noche, además, no permiten la entrada de las corrientes de aire frío.
Las barreras se deben establecer con especies de madera flexible, de copas no muy grandes, raíces profundas y que conserven las hojas durante todo el año, en especial durante la época en que son más fuertes los vientos
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