domingo, 28 de diciembre de 2014
La alpaca del Perú se lanza a la conquista del mundo
Para los incas, la “lana de los dioses” era más preciosa que el oro y se reservaba a los emperadores. Hoy, la alpaca genera grandes entusiasmos fuera del Perú por su delicadeza, color y versatilidad.
Revolviendo en puñados madejas de lana, entre el ruido de las máquinas que clasifican, lavan, secan y cardan la preciada fibra, el empresario Derek Michell no tiene suficientes palabras para alabar “la magia de la alpaca”.
Tiene “el poder térmico de la fibra que es como un pelo, no es como una lana, permite mantener la temperatura del cuerpo. Es decir, en el invierno te mantiene caliente y en el verano te mantiene fresco”, dijo Michell en una de las cinco fábricas que posee su compañía en Arequipa, uno de los centros textiles más importantes de Perú y segunda ciudad del país.
“El público ha empezado a apreciar mucho más la fibra (...). También se han abierto nuevos mercados para la fibra. Ya no es solo ropa lo que se vende. Estamos hablando también de cosas para el hogar, lo cual ayuda mucho a que haya más consumo de la fibra de lo que existía 15 o 20 años atrás”, explicó Michell en la “Alpaca Fiesta”, el encuentro más importante de esa industria, donde se reunieron productores, diseñadores y compradores del mundo entero.
Esta fiesta de la alpaca “hará época en la historia textil de Perú”, aseguró uno de los organizadores, César Ludgens, mientras que unos 70 compradores internacionales negociaban fibra por valor de $us 15 millones.
De acuerdo con el Ministerio de Comercio Exterior, las exportaciones de alpaca aumentaron 58% entre 2009 y 2013, principalmente en dirección a China, Italia y Japón, generando al menos $us 130 millones. De enero a septiembre de 2014, las ventas externas subieron 66,6%.
Del pasto de los andes a las boutiques y a la exportación, la compañía Michell, fundada en 1931, es pionera en la industria de la alpaca y da trabajo a 50.000 familias de la región.
Izumi Ichikawa, representante de una de las más importantes cadenas de telecompra de Japón, hizo el viaje para “ver sobre el terreno las cualidades de la alpaca en un mercado asiático saturado por la cachemira” su gran rival, pero cuya superioridad comenzaría a declinar debido a su producción masiva, según los expertos.
Cualidades. Los rebaños de alpacas, un animal de la familia de la vicuña y la llama, recorrieron los Andes durante milenios antes de ser domesticadas por civilizaciones preincaicas. Hay unas 4 millones en Sudamérica, de las que 90% se encuentran en el sur de Perú, entre 3.000 y 4.500 metros y en condiciones climáticas extremas, con variaciones de temperaturas que pueden ir de los -20°C a los +30°C.
Los esposos estadounidenses Jared y Meyla Johnston crearon una revista mensual de referencia (Alpaca Culture) destinada a la gran comunidad de criadores de alpacas en su país. Ambos se confesaron “impresionados por la calidad de la producción peruana”. “Esto nos llena de energía”, afirmó Meyla Johnston. “Queremos dar a conocer las cualidades de la alpaca, cuya cría no daña el medio ambiente y respeta las reglas de un desarrollo duradero”.
En el mercado internacional “es el buen momento para la alpaca, que está destinada a crecer”, aseguró.
En antiguos claustros del siglo XVII ubicados en el centro colonial de Arequipa y transformados en galerías, la creadora peruana Jenny Duarte abrió una boutique dedicada a la alpaca, uno de los raros animales que posee una rica paleta de colores naturales, al menos 20, que van del negro más oscuro hasta el blanco nieve, pasando por todos los tonos de crema, rubio, castaño o gris.
Formada en una escuela de estilismo en París, Duarte trabaja con pequeños grupos de artesanos locales poseedoras de técnicas ancestrales. “Queremos dar a conocer la alpaca al mundo entero”, dijo, “y mostrar que podemos también utilizarla para prendas muy sofisticadas”.
“Hasta ahora”, sonrió, “era más bien considerada algo casi folklórico y artesanal, del ámbito del recuerdo de viaje, como los gorros con bordados de llamas”. Sin embargo, Duarte lamentó que los peruanos “no estén habituados a vestir alpaca”.
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