Con las rodillas adoloridas y los dedos con macurca quedó Lusania Judith Gutiérrez Sánchez al término de más de ocho horas de arduo trabajo, junto a otras 500 personas, cosechando fibra de vicuñas silvestres durante un festival realizado el pasado mes en San Pablo de Lípez, municipio ubicado en Potosí.
Gutiérrez, comunaria de ese municipio, es vellonadora (limpia la fibra ya esquilada), para hacer ese trabajo usa con agilidad un par de sus dedos, con los cuales retira todo cuerpo extraño (piedras pequeñas, paja, thola y hasta garrapatas) a la fibra, incluyendo las cerdas más gruesas.
"Es duro este trabajo, pero hemos tomado el interés porque es seguro. Nos permite estar junto a nuestra familia y tener ingresos”, explica.
Cuando ese trabajo se realiza en el mismo lugar de la esquila duele "todo el cuerpo, más que todo las rodillas”, dice la comunaria, que lidera el trabajo de las mujeres en la Casa Artesanal, donde cuentan con mesones especiales para esa faena.
Emiliana Flores es esquiladora (corta la fibra). "Tanto cortar se cansan los dedos. Tenemos que hacerlo rápido pero con cuidado para no lastimar al animal”, explica.
Las vicuñas sufren cortes en su piel, porque se mueven.
Flores asegura que tarda unos 20 minutos en cada ejemplar. Durante la jornada del II Festival de la Vicuña logró esquilar a 13 animales. Recibirá su pago, tras la venta de la fibra.
Ambas mujeres pertenecen a comunidades asociadas a Armavi (Asociación Regional de Comunidades Manejadoras de Vicuña) de los municipios de San Pablo de Lípez, San Antonio Esmoruco y Mojinete (ubicados en la provincia Sud Lípez del departamento de Potosí).
Captura y esquila
La cosecha de fibra se realiza una vez al año en cada una de las diez comunidades asociadas a Armavi. Sin embargo, ésta fue la segunda vez que se desarrolla de manera conjunta los tres municipios.
La noche anterior al día de la esquila, los comunarios realizaron una ceremonia andina con una ofrenda para que "todo salga bien”. Esa noche llovió a cántaros en la región.
El día del festival, el cielo estaba totalmente despejado. A partir de las 7:00 la gente se concentró en la plaza principal del municipio San Pablo de Lípez, donde los responsables de la esquila explicaron la logística para capturar temporalmente a las vicuñas silvestres de la zona.
Tras comer arroz con guiso, un grupo humano de al menos 500 personas se dirigió en movilidades hacia Pista Pampa, ubicada a unos 20 minutos del centro poblado. Una vez allí, mujeres y varones, desde niños hasta adultos, formaron tres cercos humanos para ir arreando a los camélidos hacia las mallas, donde los acorralaron.
A la voz de "avancen parejo, lento y en silencio”, los cercos se fueron achicando poco a poco. Mientras, a lo lejos se veían tropas de vicuñas corriendo de un lado a otro, buscando un escape.
De pronto todo se aceleró cuando aparecieron las motos. La gente comenzó a correr achicando el cerco, impulsada por los motociclistas que recorrían todo el ancho de las barreras humanas de izquierda a derecha, una y otra vez.
Vicuñas, burros y suris quedaron atrapados entre las mallas y las personas. Al final sólo quedaron los camélidos silvestres. El trabajo de los arreadores concluyó ahí.
Ahora era el turno de los corraleros, que entre el polvo y las patadas controlaron que no escapen las vicuñas, pero sobre todo que se aglomeren y pisen a las que se desploman cansadas de correr de un lado al otro buscando huir.
"Cuando agarramos en cantidad, ellos mismos (los animales) se sacrifican. Se hacen un bollo y se pisotean, por eso también hacemos varios corralitos para evitar mucha concentración”, explica Paul Blaz Melo, de la comunidad de >Kollpani y asistente en la organización de la esquila.
Según Blaz Melo, se atraparon cerca de 400 vicuñas y se esquilaron 342, porque las "ancotas” (las crías) no son tomadas en cuenta, se las pone en corrales exclusivos para no dañarlas.
"Una ‘ancotita’ se rompió el cuello mientras intentaba huir”, lamentó.
Hombres y mujeres tienen una función establecida como esquiladores, sujetadores, vellonadores, registradores, entre otros, de estos camélidos de fina fibra. Todo se hace con prontitud, tratando de reducir lo más posible el estrés en los animales.
Los sujetadores ponen un capuchón en la cabeza de las vicuñas; unos les sujetan las patas y otros la cabeza, mientras los esquiladores con tijeras en mano cortan la fibra con rapidez y cuidado para no lastimar al animal.
Tras dejar su fibra, reciben una inyección de desparasitación y, si lo requieren, un medicamento es roseado en sus heridas para que no se infecten. Una vez libres, la mayoría de las vicuñas tardan unos segundos en recuperarse y a gran velocidad se alejan del lugar. Pocas se desorientan y corren en sentido contrario, o se quedan en el piso.
Es duro este trabajo, pero hemos tomado el interés porque es seguro. Nos permite estar junto a nuestra familia y tener ingresos.
Mientras, la fibra obtenida ya pasó a manos de las vellonadoras, quienes sacan la suciedad sin romper la estructura del "vellón” cortado en una sola pieza. Primero estiran la pieza con cuidado y luego la limpian. Al terminar, guardan el vellón en una bolsa de yute. Así se va amontonando la fibra bruta. Al final de la tarde se retorna al pueblo y se dejan los sacos en la casa artesanal.
Pero el trabajo no comienza en la mañana del día del festival, sino muchos meses antes. "Hacemos un estudio del animal. Dónde está, cuándo entra, dónde duerme, por dónde es el escape. Ése es trabajo de campo”, describe Blaz Melo.
A través del proyecto del Programa Nacional Biocultura, se nombró a 20 comunarios como "vigilantes comunales”, quienes mensualmente reportan su trabajo de monitoreo. No reciben ningún pago porque se trata de su aporte a la comunidad, según explican técnicos del proyecto.
Con esa información, se escoge el lugar de la pampa donde se instalarán los corrales y se diseña la manga (formada por la mallas) y su extensión. Se cavan los hoyos para los postes donde se sujetará la malla del cerco.
"Es todo un proceso. Es un trabajo muy esforzado, pero también tenemos beneficios”, remarca.
Resultados y proyecciones
De las 342 vicuñas se obtuvo al menos 800 kilos de fibra bruta, que esperan vender en breve a unos 450 dólares el kilo, obteniendo al menos 360 mil dólares.
La proyección de los miembros de Armavi es transformar la fibra en su región, para lo cual esperan el apoyo del Gobierno y la cooperación internacional.
Para la directora de Biodiversidad, Teresa Pérez, hay dos desafíos que Bolivia debe encarar: controlar la caza furtiva y nivelar el precio del kilo de fibra, que se obtiene a través de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre CITE, que es de 560 dólares.
Por su parte, el embajador de Suiza en Bolivia, Peter Bischof, resaltó la importancia de continuar con su iniciativa de transformar la fibra, porque dará mayor valor agregado al producto.
"El alcalde dijo que esos ingresos son importantes para la mejorar la salud y educación de la gente, eso es lo que la cooperación quiere apoyar, las iniciativas de la gente del campo para que las poblaciones del área rural puedan vivir cada vez mejor”, manifestó, a tiempo de agradecer su invitación a este singular festival.
El proyecto Biocultura beneficia a 442 familias
El proyecto Sistema Endógeno Biocultural Lípez (PNB) "Fortalecimiento de la gestión sustentable de la vicuña” se ejecuta en el marco del Programa Nacional de Biocultura (PNB), componente del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, con el apoyo de la Cooperación Suiza , y beneficia a 442 familias de 10 comunidades manejadoras de los municipios San Pablo de Lípez, San Antonio Esmoruco y Mojinete.
El director de PNB, Javier Medina, explicó que son cuatro los pilares que se desarrollan en Sud Lípez: la conservación de la fauna silvestre (en este caso la vicuña) y la regeneración de las praderas andinas donde están los bofedales para que tengan más forraje para los camélidos; el segundo es la recuperación de las tecnologías y valores ancestrales, como el ritual realizado la noche antes del festival para que haya una buena esquila.
"El tercer elemento es avanzar en la transformación de la fibra, ése es el desafío para lograr una artesanía de calidad”, dijo Medina y acotó que el cuarto componente es que el municipio se involucre y que las normas de manejo de vicuñas y de las praderas sean ediles.
Datos de conservación en el país
6% de la venta de fibra es para las comunidades (ellos definen la forma de distribución).
24% se distribuye entre el Ministerio de Medio Ambiente, la Gobernación, municipios y Armavi.
1960: se anuncia que la vicuña está camino a la extinción debido a la caza furtiva.
1969: La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza la incluye en la Lista Roja como especie "vulnerable”. En 1996, cambia a "riesgo menor”.
1969: Bolivia y Perú firman acuerdo para su conservación.
1975: Ingresa en el Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITE), que incluye a las especies en peligro de extinción y cuyo comercio es autorizado en circunstancias excepcionales.
1997-2006: Se esquila su fibra y se la acopia. En la primera cosecha se obtuvo 12,5 kilos.
2007: Se hace la primera venta de 950 kilos de fibra por 333 mil dólares.
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