Mucho del pollo que se vende en los mercados es sometido a un cuidadoso proceso de faeneo en las granjas avícolas. Ante el aumento del consumo de esta carne durante las fiestas de fin de año, ayer, la Unidad de Salud Ambiental del Sedes realizó una inspección a varias empresas como A.LG., Viloma y Pío Rico, para controlar las condiciones de salubridad. Las industrias demostraron tener todo en orden.
La Unidad de Salud Ambiental comprobó que el proceso comienza con la recepción de los pollos, que luego son colgados boca abajo para ser trasladadas a través de una máquina. En el recorrido son eliminados con descargas eléctricas y luego se desangran, explicó el veterinario de la faenera Viloma, Julio Luque.
Posteriormente, las aves son sumergidas en agua caliente entre 60 y 70 grados Celsius para facilitar el pelado que se realiza mecánicamente. Después, el animal es sumergido en pigmentos naturales para darle un color amarillento.
Asimismo, la faenera debe contar con los registros de compra para verificar la calidad de estos insumos.
Los pollos sacrificados para la venta son sometidos a un primer enfriamiento, pero, no se congelan. Este proceso se realiza paulatinamente debido que de lo contrario puede perder sus propiedades nutritivas. Luego, se realiza la extracción de las menudencias: mollejas, hígados y patas con máquinas. Después, se clasifica el animal por tamaño y peso para su venta.
Finalmente, el pollo ingresa a cámaras que se encuentran entre 0,5 y 2 grados Celsius. En ningún caso se congela la carne porque pierde sus propiedades. Incluso, cuando se realiza esta acción de forma repetida se desnaturaliza el alimento, explicó el veterinario. El pollo listo para la venta es transportado a los mercados en frigoríficos.
Sin embargo, una vez que el pollo llega a los centros de abasto está expuesto a la mala manipulación debido a que los comerciantes no cumplen con las normas de sanidad. Además, la exponen a temperatura ambiente o la congelan, dijo el jefe de la Unidad de Sanidad Ambiental del Sedes, Emilio Martínez.
“Estamos viendo el cumplimiento de las normas del Código Sanitario en lo que se refiere al faeneo de los pollos. Las cámaras frigoríficas y los manipuladores están en orden. También estamos verificando los medios de transporte. De sorpresa iremos a friales y a La Cancha”, señaló.
Es precisamente esta cadena de producción de pollo la que está siendo sometida a inspección con miras a la fiesta de fin de año. En siguientes oportunidades se pretende visitar friales y comerciantes, agregó Martínez.
El comprador, al momento de adquirir el producto debe ver que el pollo tenga un color blanco amarillento, no naranja ni morado. También verificar la grasa de la cola sea dura y no blanda. Asimismo, los ojos no deben estar hundidos. El olor no debe ser nauseabundo. En caso de presentar estos elementos no se aconseja el consumo.
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