Ante el crecimiento de la superficie cultivada de quinua, productores de llamas y técnicos del PCI Bolivia (Project Concern International), lograron recuperar el 30 por ciento de la cobertura vegetal y el 40 por ciento de producción de biomasa en más de cinco mil hectáreas de praderas nativas destinadas exclusivamente al pastoreo de las llamas, según un estudio que publica el Periódico Digital de Investigación sobre Bolivia.
El coordinador nacional del proyecto Manejo Integral y Sostenible de Llamas “Mis Llamas” de PCI e investigador agrónomo, Javier Delgado, señala que tanto técnicos del programa como los productores de camélidos ubicados en el altiplano de La Paz, Oruro y Potosí identificaron a la expansión agrícola de la quinua como una potencial amenaza no solo para la productividad de ambas cadenas sino también, para el equilibrio ecológico que podría traducirse en amplias superficies agrícolas desertificadas.
Para mitigar estos impactos y mejorar la productividad de los animales, el PCI junto a los productores de llamas lograron implementar desde hace año y medio un proyecto piloto para la recuperación de praderas nativas.
“Al primer año hemos logrado recuperar la cobertura vegetal de los lugares desertificados en casi 30 por ciento y la producción de biomasa en casi 40 por ciento y eso lo hemos determinado con un estudio conjunto con la Universidad Técnica de Oruro (UTO) a través de diferentes prácticas”, explicó.
El estudio también demostró que los productores más emprendedores que tuvieron la visión a corto y mediano plazo del impacto negativo de la producción intensiva de quinua y que utilizaron el estiércol de la llama y de oveja procesado en humus de lombriz (abono orgánico) aumentaron su productividad entre 15 al 20 por ciento.
“Estamos conscientes que hemos logrado detener el impacto sobre más de 5 mil hectáreas de praderas nativas a través de planes comunales donde no se está permitiendo el ingreso de ninguna otra actividad agrícola o pecuaria porque están restringidas incluso para el pastoreo de los animales” señaló el agrónomo.
Delgado coordina el proyecto “Mis Llamas” desde hace ocho años en cuatro departamentos del país con resultados cuantitativos y cualitativos en cuanto al manejo integral y sostenible de los camélidos.
El investigador afirma que el trabajo de incidencia que se tuvo hacia los productores de quinua fue muy largo debido a que se sienten motivados por los altos precios internacionales y la alta demanda, por tanto “le dan mucho más énfasis a realizar actividades para mejorar sus prácticas que eleven la productividad de la quinua”.
Al momento 234 familias construyeron pequeñas plantas de procesamiento de humus de lombriz que son comercializados a los productores de quinua. Aunque la producción es aún “tímida” dice el investigador, se requiere fortalecer la producción de abono orgánico, ya que cada vez los quinueros amplían su frontera cultivada llegando incluso al sistema de alquiler de tierras que antes nunca fueron destinadas a la producción de la quinua.
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