La sequía y la falta de agua muestran las primeras y más duras secuelas de la época en el Chaco tarijeño, donde el ganado comienza a morir de sed y en varias comunidades rurales incluso falta para el consumo humano.
Los distritos 8 y 10 de Villa Montes (Tarija), sufren el rigor de la sequía que agobia a los ganaderos y desespera a los comunarios que hacen gestiones ante la Alcaldía y el Ejecutivo para que les lleven el líquido elemento en cisternas por lo menos dos veces por semana.
Nineth Ortiz, ganadera de la estación de Tiguipa, ubicada a 40 kilómetros de Villa Montes, indicó que desde la última semana de abril no llueve en la zona y que debido a la falta de agua los atajados se han secado, por lo que los productores que no pudieron adquirir bombas para extraer agua, trajinan al pueblo para proveerse.
Ayer, a 250 metros de la finca de la familia Ortiz encontraron una osamenta de una res que se murió por falta de agua. “En otras zonas no solo se muere el ganado sino, que la gente también sufre las consecuencias”, contó la mujer.
En la Oficialía Mayor Técnica de la Alcaldía de Villa Montes, repartición encargada de coordinar la distribución de agua en cisternas a zonas rurales, EL DEBER encontró gestionando la provisión de agua a Vladimir Bayón, coordinador de la comunidad Simbolar El Carmen, ubicada a 30 kilómetros del pueblo sobre la ribera del río Pilcomayo, donde más de una veintena de familias tiene problemas para abastecerse.
Les llevarán agua, pero deberá gestionarse con la Federación de Ganaderos del Gran Chaco.
Un recorrido por los municipios chaqueños de Boyuibe y Cuevo (Santa Cruz), permitió comprobar que a pesar del intenso calor (41 grados a la sombra) aún no hay problemas de escasez de agua.
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