miércoles, 6 de enero de 2016

Un informe de WWF, revela el colapso de las pesquerías y la mala salud del océano amenazan el suministro de alimentos

Las poblaciones de peces clave para la seguridad alimentaria humana están disminuyendo de forma preocupante en todo el mundo, con algunas de ellas en riesgo de colapso, según un análisis de WWF publicado hoy. El informe “Planeta Vivo, Océanos (Living Blue Planet)” de WWF revela que gran parte de los problemas que amenazan el océano se pueden evitar y que existen soluciones para cambiar el rumbo.

El estudio actualizado de mamíferos marinos, aves, reptiles y peces muestra que las poblaciones se han reducido, como promedio, a la mitad a nivel mundial en las últimas cuatro décadas, llegando algunos peces a disminuir un 75 por ciento. Los últimos hallazgos suponen un problema para todas las naciones, especialmente para quienes habitan en países en vías de desarrollo.

Para invertir la tendencia a la baja, los líderes mundiales deben asegurarse de que la recuperación del océano y salud de los hábitats están contemplados en la aplicación de los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU, que se aprobarán formalmente a finales de este mes. Las negociaciones sobre un nuevo acuerdo climático global son también una oportunidad importante para forjar un acuerdo que apoye la salud del mar.

“Publicamos este informe con urgencia para proporcionar la foto más actual del estado del océano”, dijo Marco Lambertini, director general de WWF Internacional. “En una sola generación, la actividad humana ha dañado gravemente el océano capturando peces más rápido de lo que pueden reproducirse, mientras se destruyen sus zonas de alimentación. Se necesitan cambios profundos para garantizar una vida marina abundante a las generaciones futuras”.

La investigación en el informe de WWF indica que las especies esenciales para la pesca comercial y la subsistencia –y por tanto para el suministro de alimentos a escala mundial- pueden estar sufriendo los mayores descensos conocidos. De hecho, el estudio subraya la severa caída en las poblaciones de peces comerciales, como la dramática pérdida del 74 por ciento de la familia de peces para consumo que incluye atunes, caballas y bonitos.

“Estamos capturando peces de tal manera que podríamos quedarnos sin acceso a una fuente de alimento vital para el hombre y un motor económico esencial. La sobrepesca, la destrucción de los hábitats marinos y el cambio climático tienen consecuencias nefastas para toda la población humana. Sin olvidar que son las comunidades más pobres que dependen del mar las que se verían afectadas de forma más rápida y más severa. El colapso de los ecosistemas oceánicos podría desencadenar en un declive económico serio, y socavar nuestra lucha para erradicar la pobreza y la desnutrición”, dijo Lambertini.

El informe muestra un descenso del 49 por ciento de las poblaciones marinas entre 1970 y 2012. El estudio ha analizado 5.829 poblaciones de 1.234 especies, por lo que se tiene casi el doble de datos que en estudios anteriores y se puede dar una imagen más clara y más preocupante de la salud de los océanos.

Los hallazgos se basan en el Índice Planeta Vivo, una base de datos mantenida y analizada por los investigadores de la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL). En respuesta a las alarmantes estadísticas planteadas en el Informe Planeta Vivo de WWF 2014, estos estudios especiales analizan cómo la sobrepesca, las alteraciones del hábitat y el cambio climático están afectando a la biodiversidad marina.

Junto con la crisis del descenso de las poblaciones de peces, el informe muestra fuertes caídas en los arrecifes de coral, manglares y praderas marinas que albergan especies de peces y proporcionan valiosos servicios a las personas.

La investigación muestra que los arrecifes de coral y las praderas podrían perderse en todo el mundo para el año 2050, como resultado del cambio climático. Con más del 25 por ciento de todas las especies marinas que viven en los arrecifes de coral y unos 850 millones de personas que se benefician directamente de sus servicios económicos, sociales y culturales, la pérdida de los arrecifes de coral sería una extinción catastrófica con consecuencias dramáticas en las comunidades.

En Latinoamérica y el Caribe

“Se está poniendo una presión sin precedentes sobre nuestros mares en Latinoamérica. Extraemos de ellos más atunes, jureles y sardinas de lo que es sostenible; afectamos complejos ecosistemas y paisajes marinos como son nuestros manglares y corales, y contaminamos sus aguas”, dijo Roberto Troya, director de WWF Latinoamérica y el Caribe. “Adicionalmente, el cambio climático, cuyas consecuencias ya las empezamos a sentir, podría modificar de manera profunda la dinámica de nuestros océanos, con graves consecuencias para la vida y la economía en nuestra región”.

Mientras que la sobreexplotación se identifica como la mayor amenaza para la biodiversidad del océano, el estudio señala que el cambio climático está causando al océano cambios más rápidos que en cualquier otro momento en millones de años. El aumento de las temperaturas y de la acidificación, causada por el dióxido de carbono agravan los impactos negativos de la sobrepesca y de otras amenazas más importantes, incluyendo la degradación del hábitat y la contaminación.

“Pero aún estamos a tiempo de revertir todo esto y devolverle la salud a nuestros mares. En Latinoamérica debemos asumir nuestra responsabilidad por acciones pasadas, ampliar la protección de zonas marinas y manejar a futuro nuestros recursos marinos bajo un enfoque de ecosistemas”, concluyó Troya.

Más allá del evidente daño a la naturaleza, las amenazas al océano ponen en riesgo al menos 2,5 billones de dólares y una base de activos global de al menos 24 billones de dólares, según datos de un estudio previo de WWF.

“La buena noticia es que existen soluciones y sabemos lo que hay que hacer. El océano es un recurso renovable que puede abastecer a las generaciones futuras si abordamos estas presiones de forma efectiva”, dijo Lambertini. “Si vivimos dentro de límites sostenibles, el océano contribuirá a la seguridad alimentaria, a crear medios de subsistencia, a las economías y a nuestros sistemas naturales. La ecuación es simple. Debemos aprovechar esta oportunidad para apoyar el océano y revertir el daño mientras podamos”.

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