miércoles, 4 de julio de 2012

Destrezas del hombre de campo

¿Por qué los nelore no obedecen al vaquero si no está usando camisa?, HAY DETALLES DEL TRABAJO DEL CAMPO QUE REQUIEREn UN CONOCIMIENTO ACUMULADO EN AÑOS. Otras tareas tan sencillas como ordeñar pueden convertirse en una pesadilla para el novato



Texto: Javier Méndez Vedia Fotos: Hernán Virgo y JMV

Enlazar. Cabalgar en medio del monte. Domar. Fabricar tientos, correas y lazos. Ordeñar. Interpretación del clima. Qué hacer cuando la vaca ‘esconde’ la leche. Cómo dar de comer a un ternero sin que se envuelva con la soga.

Todas esas son habilidades del hombre de campo que se enumeran en el primer intento. Pero hay que empezar por otras que ya están desapareciendo.

El arriero, por ejemplo. Raymuyndo Vargas es uno de los pocos que puede enumerar las destrezas necesarias para arrear desde Vallegrande hasta Abapó y de ahí hasta Trinidad. Eran viajes épicos que, a sus 20 años, parecían una aventura. Llevaban burros y mulas a Vallegrande. Salían por Quirusillas hasta La Angostura, Cabezas, Muchirí, Charagua, Isoso y llegaban hasta la frontera con Paraguay. A pie iban a Boyuibe, Carandaití, Villamontes y luego D’Orbigny para llevar mulas y burros, única forma de transporte que había hace cuatro décadas en el campo.

En las pampas no hay cercos. Se hacen cercos humanos entre los arrieros para evitar el desbande. Si empezaba a llover, había una forma para dormir soportando el aguacero. Para eso, es necesario tender un poncho de goma en el suelo y envolver los bordes con otro. En el medio de ambos ponchos se instalaba el arriero. “Se dormía calientito”, recuerda.

En el camino sucedía de todo. Se negociaban recuas de mulas y burros y también algunos caballos. Cuando había apuro para vender algún caballo, se lo amansaba en tres semanas. Cuidado, casi nadie usa la palabra ‘domar’, por lo tanto, en la zona del Chaco o en las pampas benianas no se doma, se amansa.

El procedimiento abreviado consiste en amarrar al caballo y privarlo de comida durante un día y una noche. Luego se le ponen los aperos y el guardamonte, para que sienta el peso. Tienen que estar suelto todo el día, caminando a su gusto. Se revuelca, se cae y se levanta. Luego, con otro caballo, se lo sujeta de la oreja, del freno y se lo monta. “Se le echa guasca y sale bellaqueando. Tiene que correr, porque si no, bellaquea ahí nomás y lo lastima a uno”. Después se lo hace correr.



SACRIFICIO. Daniel Ortiz amansó sus caballos con el viejo estilo: ‘pelereando’ o usando un pelero para acariciar al animal

















Para el uso personal hay que ‘pelerearlo’ (sobarlo con un pelero) y acariciarlo mucho durante todo el tiempo. Se le sirve maíz y se lo acaricia. Al principio debe ser montado durante tres kilómetros, luego cuatro, cinco y diez. Si se trata de una mula, a los tres meses hay que andar cinco o diez leguas. “Si no se cansa, está ya manso y es bueno”.

Vargas tiene admiración por el jinete chaqueño. “Corre echado en la panza del caballo, a un costado del apero. Son mucho laceros, es mucho jinete. Si la vaca se mete a una tupición, la corretean. Ellos no se le quedan, porque la vaca va abriendo camino, y si se le cierran las ramas, se mete al monte y la pierden”.

Consejo: para enseñar a cabalgar a un niño, es mejor hacerlo en pelo, sin montura. El motivo es simple. Si tiene montura y se cae, el pie puede quedar enganchado en el estribo y ser arrastrado por el animal; si no hay estribo, cae y lo máximo que tendrá serán moretones, porque el caballo se cuida de pisar al jinete. No está de más empezar cabalgando sobre arena, que amortigua mejor los porrazos.

En la zona de la Chiquitania hay ganado criollo y nelore. Fernando Menacho, presidente de Fegasacruz, se ha criado entre animales. El conocedor sabe que para arrear al criollo puede estar a pie. El nelore, menos manso, debe ser arreado a caballo. “Si uno se baja del caballo, el ganado se dispersa. Incluso si está en el vehículo, ellos se quedan alrededor, pero si se baja, se va cada uno para su lado”.

Menciona otra particularidad. El jinete tiene que saber en qué momento quitarse la camisa. Cuando está sin camisa, los animales no obedecen. “No sé por qué será. Pero es así”, comenta.
¿Y cómo son los arrieros? “Malhablados”, contesta Guido Chávez, una mezcla de intelectual y campesino que se crió en el Chaco y se dedicó al periodismo en Buenos Aires. El uso de las interjecciones (“¡Vaaccca putaaa!”) puede parecer innecesario, pero lo cierto es que se repite desde el chaco hasta las sabanas.

¿Perlón o lazo? el perlón es una soga fuerte y rígida, fabricada en Brasil, donde la llaman sedón. Sólo se puede utilizar con guantes; en cambio, el lazo no quema tanto las manos si se llega a deslizar. Hay lazos de seis hebras o de ocho. Depende del tamaño del animal que se va a controlar. Eso sí, cada vaquero fabrica su lazo y prepara sus lonjas, a las que soba todo el tiempo. “Es mejor el lazo que el perlón, porque se puede largar al animal más fácilmente”, explica Manuel Jesús Vaca, de la zona de San Ramón, en la provincia Mamoré (Beni).

Pausa para recordar a Gelacio Robles. En algún punto del monte, se enfrentó con un tigre (así se le dice al jaguar). Los que saben dicen que hay que gritarle y extender los brazos para que huya. Si no lo hace, solo queda luchar, tratando de atrapar las zarpas, que buscan siempre el cuello. Eso fue lo que hizo Gelacio. Después de algunas horas, y con la piel y los músculos de la cara, los hombros y los brazos desgarrados, pudo llegar hasta su rifle. Le costó mucho, porque el león llegó a sentarse en el arma en las pausas de la pelea. Finalmente, Gelacio le disparó al animal en la cabeza. Con la sangre seca y las heridas frescas llegó hasta una fiesta con el cuero del felino y bailó una chacarera. Luego lo curaron. Sanó con profundas cicatrices. Hasta su muerte, llevó el apodo de ‘Pucho ‘el tigre’.



SOLUCIÓN. Este soporte giratorio se clava en el suelo. En la base tiene una argolla que permite al animal dar vueltas sin enredarse.























Hay más habilidades. Cebar un buen mate requiere que el agua jamás hierva, pero que esté a punto de hacerlo. Es la puerta para una virtud del hombre de campo, que son las historias. Guido Chávez conoce varias, escuchadas en su niñez. Está la del hombre que huyó del león trepando por el hilo de agua de una catarata. Cuando vio que el león hacía lo mismo, cortó el chorro con el cuchillo y el león se despeñó.

El agricultor desarrolla otras capacidades. Como vive pendiente del clima, es capaz de saber en qué momento va a ‘volcar sur’ o cuándo se aproxima una lluvia. Claro que esta época es excepcional. Debería ser seca, pero ha llovido mucho; bien para los agricultores, mal para los ganaderos, que tuvieron que esperar que escampe para seguir vacunando.

Dos capacidades que reúne el productor Jorge Luis León son la voluntad y el sentido práctico. Con tubos y aspersores de plástico ha fabricado un sistema de riego móvil. Unido a una motobomba, puede hacer brotar cualquier punto de su cultivo.

Cuando se dio cuenta de que los terneros se enredaban, diseñó un comedero y bebedero portátil. En lugar de base, tiene dos clavijas que se hunden en la tierra. Se quitan fácilmente cuando el ternero ensucia el lugar. El animal queda sujeto con una argolla, lo que evita que se ‘manee’.

Las habilidades cambian. El arriero desaparece y llega el camionero; surgen conocimientos como el cultivo hidropónico y las máquinas. Pero siempre habrá espacio para un jinete experto. Chiste viejo de cierre: el automóvil nunca remplazará al caballo... dijo la yegua.

MÁS VALE MAÑA QUE FUERZA
Hay ocasiones en las que las vacas criollas ‘esconden’ la leche. En esos casos, los ordeñadores expertos amarran al ternero al lado y dejan que chupe un poco. Así, el animal se relaja y ‘suelta’ toda la leche. Roly Melgar explica que es necesario sacar todo el líquido, para evitar la mastitis. Empieza con las pezoneras, pero luego retira el resto de la leche a mano. Quien no sabe ordeñar sufrirá en pocos minutos un dolor intenso en los músculos del antebrazo y no logrará sacar ni cuarto litro. el que sabe obtiene muchos litros sin esfuerzo aparente. Hasta los niños saben que no es necesario tener fuerza para ordeñar.

ASÍ SE CONSIGUE PROTEÍNA
Este isoseño se las ingenia para conseguir proteína. Utiliza a una torcaza como señuelo. La lleva, amarrada de una pata, hasta un árbol. El ave permanece quieta hasta que el ‘dueño’ jala el cordel. Para equilibrarse, el ave aletea y su movimiento atrae a otras. En ese momento, algunos niños utilizan hábilmente sus hondas y derriban a las aves. El guiso es muy sabroso y a las brasas, con un poco de ají, son todo un manjar. Hay miles de estas aves en la zona, por lo que, aparentemente, no existe peligro de extinción.

DESDE LA INFANCIA
No es ninguna exageración decir que en zonas como el Chaco se aprende a montar casi al mismo tiempo que a caminar. La clave está en hacerlo primero en pelo, para evitar ser arrastrado cuando, al caer, el pie se enganche en el estribo. Durante la doma es necesario sobar constantemente al animal con un pelero o cepillo. Se le llama ‘pelerear’. El proceso puede durar varios meses. Si se trata de un animal de carga, toma tres semanas.
Estos jinetes nuevos suelen cumplir la función de ‘maruchos’, es decir, guías de la manada, mientras el resto de los vaqueros se dedica a evitar que los animales se dispersen.

UNO DE LOS ÚLTIMOS ARRIEROS
Ha visto mucho, ha caminado largamente. Raymundo Vargas (izq.) sabe lo que es dormir al raso y bajo la lluvia o descansar mientras se cabalga. Su oficio, el de arriero, prácticamente ha desaparecido. Ya no se llevan las manadas a pie, sino en camiones. Los parajes desolados donde acechaban tigres y leones (jaguares y pumas) están ahora poblados con casas y cruzados de alambrados. Sus historias llenarían varias páginas.



Preparar un buen mate y una buena charla son complementos de otras habilidades

No hay comentarios:

Publicar un comentario