jueves, 5 de enero de 2012

Benianos construyen islas artificiales para ganarle a la naturaleza

Productores de leche de la región amazónica beniana de Santa Ana de Yacuma (891 kilómetros al noreste de La Paz) recuperan la esperanza de proteger su ganado de las feroces inundaciones que cada año arrasan con parte de su patrimonio.

La clave está en elevarse sobre las aguas. Y para ello construyeron lomas artificiales de tres metros de altura sobre el nivel de estas planicies, bajo la dirección del responsable de gestión de riesgos de la oficina de la FAO en Bolivia, Óscar Mendoza.

Dora Domínguez, presidenta de la Asociación de Productores de Leche Movima, lidera a 36 familias con 1.200 cabezas de ganado que se sumaron a la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para construir estos ingeniosos refugios elevados que, además, sirven como áreas de cultivo de forraje.

Las lomas se convertirán en “islas” cuando las aguas empiecen a bajar en abundancia de las montañas del oeste cada diciembre, y en ellas el ganado se mantendrá con vida, salvando así el sustento de los humildes ganaderos de una región en la que hay también grandes hacendados que poseen desde 2.000 cabezas por familia.

Esos terratenientes tienen capacidad para transportar sus animales a zonas altas, pero los pequeños permanecían hasta ahora expuestos a las aguas y las pérdidas. El sector atendido por la iniciativa de la FAO alcanza a 65% de los proveedores de carne y leche del municipio de Santa Ana de Yacuma, que poseen desde una a 500 vacas y aportan con el 22% a la ganadería del departamento de Beni.

“Antiguamente los habitantes se adaptaban y creaban métodos de contingencia. Por ello se eligió jugar con la variabilidad climática y mitigar los riesgos de la producción agrícola”, señaló Mendoza a IPS.

La solución técnica llegó casi tres décadas después de la mayor inundación de la que Domínguez y sus asociados guarden memoria. En 1982 las aguas subieron hasta cuatro metros y la plaza principal del pueblo de Santa Ana, capital del municipio homónimo y de la provincia de Yacuma, “asemejaba un arca de Noé porque, además de personas, albergó vacas, chivos, cerdos y aves de corral”.

“La gente salía gritando a bordo de las canoas desde sus estancias en horas de la noche, que era cuando generalmente las aguas los sorprendían”, recuerda Domínguez.

Una ingeniosa solución

Con la imagen de aquellos días en la retina, la mujer no dudó en adherirse al proyecto y empeñó el respaldo de la organización y hasta su trabajo físico para mover varias toneladas de tierra para erigir la isla artificial, un modelo que la FAO desea expandir a toda la región.

“Cargué tierra en mis hombros”, explica Domínguez, sentada sobre la loma mientras contempla los brotes de las pasturas que alimentará el ganado.

Prevenir los riesgos climáticos entraña distintas fases. Un sistema instaurado con apoyo de la FAO respalda el servicio de pronóstico meteorológico localizado en La Paz y anuncia la llegada de caudales de agua desde la zona andina y valluna a las llanuras a través de un sistema de comunicaciones radiales.

Esto requirió instalar una red de alerta temprana, con sensores en puntos de observación en sitios donde es posible medir la crecida de aguas. Esas alertas sirven para movilizar las unidades de emergencia de los municipios que, a su vez, ordenan la evacuación de personas y animales.

Trabajo mancomunado

“Ahora, además, se aplican estrategias que combinan buenas prácticas y tecnología para enfrentar la variación climática”, explica Mendoza. Pero luego se requiere crear condiciones productivas estables y capaces de enfrentar situaciones de inundación y sequía, que se suceden en esta región.

“Una alianza entre el gobierno municipal de Santa Ana, los pequeños productores y la FAO hizo posible esta primera experiencia”, comenta, a su vez, el titular de la Alcaldía, Gustavo Antelo.

Para erigir la loma, el municipio concedió un terreno de 2.000 metros cuadrados, la FAO aportó asistencia técnica y financiamiento, y los beneficiarios multiplicaron energías para mover tierra, construir el centro de almacenaje y un área de atención veterinaria.

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